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jueves, 20 de abril de 2023

VIAS VERDES MORATA TAJUÑA 2018

 Empezábamos el 2018 con fuerza para afrontar el año deportivo que nos acontecía, después de realizar a principios de enero una fatídica carrera en Tres Cantos necesitaba recuperarme volviendo a correr y demostrándome a mi mismo que podía hacerlo. Lo de Tres Cantos básicamente es que empecé muy "tocado" moralmente, mi cuerpo no respondía adecuadamente y tenía nulas ganas de correr, no me pasaba nada simplemente me vine abajo no se porqué, todo esto se saldó con mi retirada de la carrera.

Llegaba a esta carrera con las esperanzas de que lo ocurrido en Tres Cantos no se repitiese, esto iban a ser 30 kilómetros desde Perales de Tajuña hasta Arganda del Rey, se celebró el 4 de febrero. Nada más levantarme supe que ese día las cosas se iban a poner feas climatológicamente hablando, el cielo era gris y oscuro no había ni un solo atisbo de luz, llovía y a medida que el día avanzaría esa lluvia sería nieve y granizo.

Peor día para correr no podía ser, pero en peores situaciones hemos estado (o eso quería pensar) llego hasta allí en coche con mi acompañante que me esperaría en la zona de llegada en Arganda del Rey, la carrera empezaba en Perales y terminaba en Arganda como bien dije. Cuando llego llueve y no poco, estábamos los corredores esperando debajo de un toldo en lugar de esperar en la zona de salida, calculo que éramos unos 50 más o menos para hacer los 30 kilómetros los de 21 y 42 empezaban en otros dos puntos distintos, esta es una carrera bastante pequeña en lo que a participación se refiere. 


                                                           Bien abrigado 

No sabemos como pero a 1 minuto de que empezase la carrera, dejo de llover en ese momento ni pensamos, salimos a la zona de salida y empezamos la carrera, fue la salida más extraña que he realizado en este deporte. La carrera discurriría por asfalto por un camino que en teoría vale para bicis, era una bonita forma de recorrer la zona sudeste de la Comunidad de Madrid, el recorrido no era tremendamente vistoso pero tenía su encanto. Los 10 primeros kilómetros discurrieron con mucha calma en un constante sube y baja que llevé sorprendentemente bien, no había casi tramos llanos pero fui muy cómodo en todo momento. Cuando llegamos a Morata Tajuña pasamos al lado del pueblo para hacer frente a los 20 kilómetros restantes, a partir de aquí es cuando todo se complica. Del cielo empieza a caer no lluvia sino nieve y granizo, nos envuelve la niebla y nos inunda una ventisca. Si habéis visto la serie de Juego de Tronos en la última temporada la batalla de Invernalia contra los muertos pasa algo parecido todo se vuelve frio y oscuro bajo una ventisca de narices, pues bien algo así fue. Una completa locura, me encontraba perdido en algún punto entre Morata Tajuña y Arganda del Rey corriendo en línea ascendente en medio de la ventisca del siglo.


                                    Un momento de la carrera... de locura fue

En este momento no es que tuviese miedo ni nada por el estilo, es que me autoconvencí de que TENÍA que terminar, así que allá voy subiendo como podía a un ritmo regular sin prisa pero sin pausa hay que admitir que desde Guadalajara esto no me pareció tan complicado al menos en dificultad de cuesta, tenía que agradecer que yo iba bien abrigado pero había gente que iba en manga corta o incluso camiseta de tirantes, algo que a mi me parece una temeridad ya que aunque no hubiese hecho este temporal el frío y el viento estarían igualmente presentes. 

El objetivo en este momento era llegar a la solitaria cementera que había en lo alto de una colina, a partir de ahí todo sería más fácil porque sería llano y bajada hasta Arganda del Rey. Llegué sin parar y me dispuse a tomar la bajada sin pensarlo, pasé por un puente por un túnel donde había un puesto de avituallamiento y 5 corredores paradas mirando atónitos el temporal sin saber saber muy bien que hacer. Yo no paré en ningún momento.

Si ya de por si el temporal lo complica todo, la soledad del corredor aquí es completa. El tramo hasta que llego a Arganda lo realizo en una especie de ¿llano?, ya no contaba kilómetros ni tiempo, solo iba a terminar y si terminaba me podría sentir tremendamente orgulloso lo cual sería un chute de cara a la maratón de Roma y recuperarme del fiasco de Tres Cantos. 

Al entrar en Arganda tomando una pequeña subida me alegré de entrar en una zona habitada, la soledad de correr por el campo en medio de un clima como este era demasiado duro, imagino que me quedarían 4 o 5 kilómetros. Ni me lo pensé tenía que rematar esta carrera, el temporal seguía siendo malísimo. A punto de llegar a meta, me paro 2 o 3 veces unos segundos y sigo, y cuando entro en el estadio donde se encuentra la zona de llegada, esprinto por la pinta de atletismo para cruzar la pequeña zona de llegada. En ese momento me sentí muy orgulloso de mi gesta, había acabado 30 kilómetros bajo un temporal muy complicado en un circuito que era un constante sub y baja, después de recoger la medalla y el avituallamiento me reuní con mi acompañante y a casa nos fuimos, el día empeoraba y el tiempo invitaba a quedarse en casa, cosa que hice a parte de darme una ducha calentita que me sentó a gloria. Solo quedaba dormir y leer con la ventisca al otro lado de la ventana. 

Posteriormente me enteré de que un 20 % de los corredores no habían llegado a meta y que alguno tuvo que ser atendido por hipotermia... así de duro fue.


                                  Por mis pintas se ve que pasé por una buena...

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